viernes, 9 de noviembre de 2012

Poema

Tiempo Para La Moral

Las tablas de piedra en el que nuestros padres
escribieron la moral que enseñaremos a los hijos,
contra el suelo cayeron estropeadas;
y por ellas transitan el sabio y el necio.

Y mientras sentados en un banco en la plaza
meditamos sobre el pasado y el futuro,
sobre los hijos y la moral, y nuestros padres,
el hoy se nos escabulle como agua entre los dedos.
 

Cuando a la vida te ataron un instrumento de muerte,
es un alivio saber que las tablas estén estropeadas;
pero no dejemos que el agua se nos escape como el hoy
porque tal vez mañana al despertar estaremos llorando.

domingo, 15 de julio de 2012


Aqui les dejo unn poema que escribí hace un tiempo atrás....


EL QUE QUIERA ENTENDER, ENTIENDA LO QUE QUIERA

Hoy mirando al infinito,
Vi diecisiete dragones, y ochenta y tres hombres.
Los hombres crearon a los dragones,
Los dragones se tragaron a los hombres,
Y entre dragones se pelearon creyendo ser hombres.
Y así lo creen muchos todavía.

Hoy mirando al infinito.
Vi la opresión de los dragones a los pueblos.
Los hombres soñaban su libertad.
Pero se despertaron desengañados.
Y entre ellos se esclavizaron creyendo ser libres.
Y así lo creen muchos todavía.

Hoy mirando al infinito.
Los he visto rezar,
Llevaban anda al hombro su libertad.
Pero la libertad se tornó en libertinaje,
el culto en salvaje.
Y entre los hombres se adoraron creyendo ser dioses.
Y así lo creen muchos todavía.

Hoy mirando al infinito.
Vi árboles, dragones y hombres.
Los hombres obligaron a los árboles a producir barcos.
Los barcos fueron quemados por los dragones.
Y entre llamas de dolor, los hombres creyeron estar en el infierno.
Y así lo creen muchos todavía.

Hoy mirando al infinito.
Vi que los árboles sufrieron su dolor setenta veces.
Los dragones lloraban sin consuelo su amargo llanto, setenta veces.
Los hombres sin haber nacido siquiera, murieron setenta veces.
Y entre llanto, dolor y muerte, creyeron que no fue setenta veces,
sino, setenta veces siete.
Y así lo creen muchos todavía.

Hoy mirando al infinito
Vi que los claveles parieron espinos.
Los espinos nacieron asesinos.
Los asesinos, yo no sé que habrán creído ser.
Yo solo sé que desde aquella noche
los hombres creyeron que se puede morir sin nacer.
Y así lo creen muchos todavía.

El que quiera entender, entienda lo que quiera.

Porque hoy mirando al infinito.
Con el corazón emocionado y entre lágrimas,
vi que desde el cielo una luz bajaba y dije:
tus pies dejo mi no-ser, mi nada y mi pecado.
Todos aquellos hombres con el rostro en tierra dijeron:
Míranos, ¡qué humillados y despojados estamos!
Los dragones, parecían caer...

Me desperté, todo había sido un sueño
Desde entonces a veces siento al despertar,
que el sueño es la realidad,
que la realidad es un sueño.
Y creo que habrá un eterno despertar
y así lo creen muchos todavía.
El que quiera entender, entienda lo que quiera

                                                                                                                      José Luis Arce Manzaneda.

sábado, 24 de marzo de 2012

Un Camino a la Pascua

4º D del TC
La cuaresma es un tiempo que la Iglesia nos ofrece como un tiempo de preparación para la fiesta de la Pascua; por eso, todas las prácticas de ascésis que nos recomienda la Iglesia en la cuaresma (oración, ayuno y limosna) no son un fin en sí mismas, sino solo medio para preparar el cuerpo haciéndola más dócil y sensible a las mociones del espíritu; y así al llegar la Pascua, poder celebrarla en plenitud, no solo con el espíritu ferviente y bien dispuesto, sino también con el cuerpo más dócil.

La Pascua no es algo externo a nosotros, como una fiesta que viene, que se celebra y que luego pasó; la Pascua es una realidad que está intrínsecamente unida a nuestra condición humana. Jesús no celebró una pascua solamente, sino por lo menos unas treinta pascuas. Pero entre pascua y pascua esperaba la última antes de padecer, “cuanto he deseado comer con ustedes esta pascua… …no volveré a beber del fruto de la vid hasta que vuelva...".
Hay dos formas como esta pascua se hace patente en nuestra vida: la Pascua a la que nos preparamos en cuaresma y la Pacua eterna a la que nos preparamos durante toda nuestra vida; podríamos añadir una tercera pascua la que acontece en el 'Hoy', y en este hoy también se realiza el misterio de nuestra salvación, la pascua; por eso dice el salmo "si hoy escucháis su voz no endurezcáis el corazón". De este modo toda nuestra vida es un constante camino a la Pascua, una perenne preparación para la pascua eterna; y así, toda la historia gira en torno de la Pascua y de ella recibe su sentido pleno.

sábado, 17 de marzo de 2012

La Purificación del Templo

3º D de C

En una de las pascuas en la que Jesús va a Jerusalén, no la última pascua, entra en el santuario, y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas, sentados detrás de sus mesas. Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo”.

Los judíos indignados le preguntan “¿qué signo nos muestras para obrar así?”. Jesús les respondió: “destruid este santuario y lo reconstruiré en tres días”. Cuando Jesús decía esto, dice la Biblia, hablaba del santuario de su cuerpo; de este modo Jesús identifica su cuerpo con el santuario; y así también nuestro cuerpo es un santuario.

Por eso Jesús al expulsar a los vendedores del templo, lo hace para significar que antes de celebrar la pascua hemos de purificar este santuario, que somos cada uno de nosotros; este santuario que con frecuencia solemos convertirlo en un ‘mercado’ llenándolo de bueyes, ovejas y palomas, que representan nuestros pecados; pecados con los que solemos profanar nuestro santuario.

Es preciso, pues, que entre Jesús en este mercado-santuario, y así con su presencia expulse de nosotros nuestros rencores, envidias, malicia, vicios, y todo pecado que profana este santuario,para que así, purificado de todo lo indigno, vuelva a su dignidad primera, deje de ser mercado y vuelva a ser templo. Y así purificado el cuerpo y el espíritu este bien dispuesto para celebrar con plenitud y alegría la fiesta de nuestra redención: La Pascua.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Los dias de Tabor

2º D del TA


El segundo domingo de cuaresma es siempre el domingo de la Transfiguración. Jesús sube al monte Tabor y se transfigura ante la presencia y admiración de sus tres discípulos más íntimos: Pedro, Juan y Santiago. La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué o para qué se transfiguró Jesús en el monte Tabor? ¿Cuál es la intencionalidad este prodigio?


Aquel acontecimiento debió ser algo impresionante y maravilloso, de otro modo, Pedro no habría dicho algo así: "Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos hacer tres tiendas..." Realmente fue maravilloso, tanto así que quisieron quedarse para siempre ahí en ese estado. Pues, a nosotros también nos suele suceder lo mismo. Cuando nos suceden cosas bellas, maravillosas, fantásticas, experimentamos una inmensa alegría, nos llenamos de tanta felicidad que deseamos que nunca se acabe, y pensamos que ojalá fuera así siempre. No obstante, somos conscientes de que esos acontecimientos maravillosos son solo instantes fugaces. Quisieramos atraparlos y hacerlos eternos pero, ni bien la empezamos a disfrutar, nos damos cuenta que se nos está yendo como agua entre los dedos. ¿Por qué, pues, se nos concede vivir tanta dicha para luego quedarnos vacía sin ella?


Creo que podemos atisvar la respuesta en el mismo episodio de la transfiguración. Sucede que después de la transfiguración, inmediatamente Jesús les anuncia que "el Hijo del hombre sufrirá mucho y que será despreciado". Entonces nos volvemos a preguntar ¿Por qué o para qué Jesús les hizo disfrutar del éxtasis de la transfiguración? El Catecismo de la Iglesia nos enseña que Jesús quiso transfigurarse ante estos tres apóstoles para darles ánimos, para fortalecerlos ante la proximidad de la pasión y de la crucifixión (porque después de la muerte vendrá la resurrección). Y esto a mi me hace pensar que cada vez que tengo momentos de luz, días de claridad, momentos de paz e instantes de radiante felicidad... que son hitos, signos, garantías de un día venidero aún más radiante y eterno. Es una garantía de esperanza y confianza para enfrentar los días de oscuridad y tristeza, de tiniebla e incertidumbre, de aungustia y soledad.


Por otro lado cada vez que tengo momento de Tabor, con los ojos entrecerrados sospecho que se viene un Calvario; y gracias a esto cada vez que tengo un Calvario tengo la certeza que vendrá una Resurrección. Así pues, amigo, te invito a escribir en un cuaderno los días de luz, los momentos de Tabor que el Señor te concede vivir, para que cuando te lleguen los días de oscuridad y calvario, aquellos días de luz sean tu soporte y fuerza para seguir adelante, para sobreponerte ante la adversidad, pues los dias de luz, es la garantía y certeza de que Jesús está contigo y que Él te ama. Así los días de Tabor nos servirán para los días de Calvario. Pues eso.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Condena Para el Hermano Hombre


¡Buenos días hermano hombre!
No es necesario que te diga mi nombre.

Ven, hermano, ven, acércate.
Aquí, en la Piedra, siéntate.
Por unos tristes céntimos,
A ver si podemos reírnos.

Han tratado de arrancarme,
de la piedra en que estoy sentado.
Incluso alguno se atrevió a condenarme,
a morir defenestrado.

Ven, Siéntate, hombre humano.
Por unos céntimos en mano,
ni pobre, ni rico te harás;
pero sentado aquí te reirás.

Como tantos, ¿piensas que soy mendigo?
No hagas caso y, ¡escucha lo que te digo!
Esta piedra es la herencia que mi padre dejó.
Con ella restauraré lo que el pendejo vejó.

Vino un pendejo… y vino otro
Y otro tomo vino, y un tonto dejó un dejo…
Otro pendejo, miró la piedra, y dijo:
Es de oro el banco en que se sentó.

Con lujuria y avaricia en los ojos…
se abalanzaron, a estos despojos.
Creyendo encontrar inmortalidad,
y se despertaron en la inmoralidad.

Por unos míseros céntimos,
conjugaremos lo que sentimos.
Han tratado de defenestrarme,
incluso alguno vino a consolarme.

En fin, han tratado de matarme,
Lo cierto es que jamás podrán olvidarme.
No es normal, pero es cierto.
Soy inmortal, porque ya estoy muerto.

Buenas noches hermano hombre.
No es necesario que te diga mi nombre.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Parabola de los Talentos

Domingo XXXIII d TO


En la parábola de los talentos que hemos oído en la lectura del evangelio de este domingo, se mencionan a tres siervos; dos de los cuales hacen duplicar los talentos que les dio su señor; y otro que oculta el talento y no produce. Al primero le dio cinco, al segundo le dio dos y al tercero le dio uno; a cada uno según su capacidad. Cuando el amo vuelve, naturalmente reclama su hacienda y los talentos que dejó; a los dos primeros siervos, les da su elogio: “¡bien, siervo bueno y fiel!”; y al tercero su descontento y sentencia: “siervo malo y perezoso”.


Pero al margen de los adjetivos que dice el amo de cada siervo –bueno, malo, fiel, perezoso-, hemos de preguntarnos ¿Por qué dos de ellos hicieron fructificar los talentos? Y ¿por qué el tercero lo escondió? Pues una respuesta podríamos encontrar en las lecturas anteriores, el salmo y en la respuesta que da el tercer siervo. Y la respuesta que da el siervo malo y perezoso es que como su amo es un hombre duro que cosecha donde no ha sembrado, le dio ‘miedo’ y pozr eso lo ocultó. Y si nos fijamos en las lecturas precedentes y sobre todo en el salmo, no se habla de miedo, sino de ‘temor’; la antífona del salmo dice: “dichoso el que teme al Señor”. Así pues nos preguntamos: ¿es lo mismo el miedo y el temor?


Por un lado el miedo es algo que existe en nosotros, que nace y se suscita ante el peligro, frente al más fuerte que nos puede hacer daño, ante un perro rabioso que ladra, ante una araña o una cucaracha, ante la enfermedad o ante cualquier padecimiento de algún mal. Así pues el miedo es algo natural, que es suscitado por algo externo. De este modo nadie nos enseña este miedo, sino que nuestra frágil naturaleza nos la pone delante y son los mismos objetos de miedo los que lo suscitan en nosotros. Hemos de decir también a este respecto, que en los diccionarios con frecuencia se dice del miedo como temor o al revés.


Pero cuando en la Biblia se habla de temor, no es miedo, sino temor del Señor. No olvidemos que el temor del Señor es un don del Espíritu Santo. O sea que es algo que hay que pedir, algo que se nos tiene que dar, que tenemos que aprender; no es como el miedo que ya existe en nosotros.


San Hilario, Obispo, dice: “Pues, para nosotros, el temor de Dios reside todo él en el amor, y su contenido es el ejercicio de la perfecta caridad: obedecer los consejos de Dios, atenerse a sus mandatos y confiar en sus promesas. Oigamos, pues, a la Escritura que dice: Ahora, Israel, ¿qué es lo que exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien.”


Una vez aclarado este asunto, la respuesta es predecible; los tres conocían a su señor; pero el conocimiento de los dos primeros estaba basado en el temor, en la amor, en la bondad y generosidad de su señor, -cuando se hace lo que el Señor quiere o lo que le agrada-, y al fin y al cabo, de hacerlo por el bien de uno mismo. En cambio el tercero conocía a su Señor como un ser ‘duro’, un conocimiento basado en el miedo de lo que me pueda hacer si pierdo su talento; aquí tienes lo tuyo dice el tercero.


Tal vez nos demos cuenta de que somos como el siervo malo y perezoso que no hizo fructificar el talento que le dio su señor, o tal vez ni nos hemos dado cuenta de los talentos que el Señor no dio. Pero en todo caso, todos estamos llamados e invitados a ser un siervo bueno y fiel, un siervo que obra no por miedo sino por “temor del Señor”, por amor al Señor; pues a todos nos dio los talentos según nuestra capacidad, y de seguro que a nadie pondrá un peso mayor o por encima de sus fuerzas.